Hay una piscina con alrededor de 22 potenciales candidatos para ser electos a la presidencia en 2013 (ver aquí). Entre ellos se repiten sistemáticamente alrededor de 6 nombres en todas las encuestas. En la Alianza se repiten Laurence Golborne, Joaquín Lavín y Rodrigo Hinzpeter; en la Concertación se repiten Michelle Bachelet, Ricardo Lagos Weber y Carolina Tohá.
¿Cuáles de ellos serán los candidatos definitivos y por qué?
En el libro Radiografía de una Derrota, Eugenio Tironi argumenta que una campaña electoral exitosa esta compuesta por dos factores:
- Definir un clivaje que tenga sentido para los electores y permita poner en relieve y potenciar los atributos más positivos del candidato y de su coalición.
- Conseguir que ese clivaje sea el que domine la campaña y que los electores lo tengan en su mente al emitir su voto.
Este ha sido, al menos, el caso en Chile desde el plebiscito de 1988.
La primera campaña presidencial fue en 1989. Alrededor de esa elección se fijó el clivaje ‘izquierda/derecha’ y ‘democracia/autoritarismo’. La Concertación se abanderó el tilde ‘izquierda/democracia’, mientras que la derecha se abanderó el tilde ‘derecha/autoritarismo’. Tras 17 años de régimen autoritario, Aylwin no tuvo mayores problemas para derrotar a Buichi.
La segunda campaña presidencial fue en 1993. En esta elección se mantuvo el clivaje de 1989. El balance, sin embargo, favoreció a la Concertación, que logró incorporar un componente de continuidad para ejecutar reformas pendientes (para cimentar instituciones políticas) y ampliar las inversiones extranjeras (para mejorar la capacidad competitiva de la economía).
La tercera campaña presidencial fue en 1999. Alrededor de esa elección se fijó el clivaje ‘izquierda/derecha’ y ‘continuidad/cambio’. La Concertación se abanderó el tilde ‘izquierda/continuidad’, mientras que la Alianza se abanderó el tilde ‘derecha/cambio’. En esta elección la derecha abandonó el respaldo–que había dado en 1989 y 1993–al gobierno autoritario, y adoptó un concepto de cambio a su plataforma de campaña. Tras una década de la Concertación en el poder, la Alianza casi llegó a la presidencia con esta estrategia.
La cuarta campaña presidencial fue en 2005. Alrededor de esa elección se fijó el clivaje ‘izquierda/derecha’ y ‘cambio de liderazgo/cambio político’. La Concertación se abanderó el tilde ‘izquierda/cambio de liderazgo’, mientras que la Alianza se abanderó el tilde derecha/cambio político. Dado que Lavín había herido mortalmente el clivaje ‘democracia/autoritarismo’ en 1999, la Concertación se vio forzada a cambiar su estrategia. El alza de Bachelet en las encuestas naturalmente ocupó el espacio de cambio de liderazgo y fue más potente que el mensaje de cambio político que proponía la derecha de Piñera y Lavín.
La quinta campaña presidencial fue en 2009. Alrededor de esa elección se fijó el clivaje ‘izquierda/derecha’ y ‘mejor gestión/cambio en el modelo’. La Concertación se abanderó el tilde ‘izquierda/mejor gestión’, mientras que la Alianza se abanderó el tilde ‘derecha/cambio de modelo’. La Concertación se vio forzada a realizar una autocrítica a las redes de corrupción y burocracia que habían echado raíces durante sus gobiernos. Sin embargo, esta estrategia no fue suficiente para convencer a los votantes, quienes ya buscaban un cambio de modelo.
En todos estos casos (1989, 1993, 1999, 2005, 2009), la coalición que mejor definió el clivaje, y que lo transmitió de manera más efectiva a los votantes, ganó la elección. Esta tradición se repetirá en 2013. Por eso, es importante anticipar cuál será el clivaje, y cuál es el candidato mejor posicionado para transmitirlo a los votantes.
En 2009 ocurrió un hecho crucial para anticipar el clivaje de 2013: la irrupción de Marco Enríquez-Ominami. Su campaña transversal recogió votos de ambos lados del espectro ideológico, mostrando que hay una buena parte de los votantes que no esta votando en referencia al clivaje ‘izquierda/derecha’– ‘cambio de modelo/mejor gestión’. Este grupo de votantes–que bien pueden inclinar el resultado definitivo de la elección– esta enfocado a castigar a aquellos que provienen del sistema–político y económico–imperante.
Mi intuición es que la elección de 2013 tendrá un clivaje ‘izquierda/derecha’– ‘sistema/anti-sistema’. Principalmente porque existen problemas estructurales en el sistema político (leyes electorales) y en el sistema económico (financiamiento de educación y salud), que ninguna de las dos coaliciones ha logrado revertir.
A partir de la lista de potenciales candidatos presidenciales de tresquintos (ver aquí), compuse un gráfico que posiciona a los presidenciables en un clivaje ‘izquierda/derecha’–‘sistema/anti-sistema’.
(Click en imagen para agrandar)
El eje ‘izquierda/derecha’ muestra el clásico posicionamiento de los candidatos de acuerdo a su distancia ideológica del centro. En la Alianza supongo que los candidatos de RN están más lejos del centro que los candidato de la UDI. En la Concertación supongo que el PDC es el partido más cercano al centro, seguido por el PRSD, el PPD y el PS. Si bien los candidatos están posicionados para reflejar esta escala en algunos casos existen candidatos que son más representativos de la coalición que de su partido (e.g. Bachelet).
El eje ‘sistema/anti-sistema’ muestra la diferencia entre aquellos que adhieren a al sistema y los que no adhieren al sistema. Es principalmente la diferencia entre militantes y no militantes, pero toma en cuenta aquellos que están en algún punto intermedio (representan un cambio en el sistema, siendo parte del sistema). A diferencia de la escala ideológica continua, el eje ‘sistema/anti-sistema’ es nominal y se divide en 3 categorías.
Los nombres en el primer tercio del gráfico (Longueira, Lavín, Allamand, Matthei, Golborne; Andrade, Lagos E., Gómez, Walker) son potenciales candidatos que militan en los partidos de la Alianza y la Concertacion. Son parte del sistema y no representan un cambio en la opinión de la gente.
Los nombres en segundo tercio del gráfico (Bachelet, Velasco, Golborne) son aquellos que si bien están dentro del sistema de partidos, no son sistemáticamente asociados con ellos. Bachelet fue electa por su capacidad de desmarcarse de los partidos, Velasco y Golborne son independientes que proyectan una imagen que rechaza la militancia tradicional.
Los nombres entre el primer tercio y el segundo tercio (Tohá, Orrego) son potenciales candidatos que representan una renovación generacional, pero por dentro del sistema. Mientras son símbolos de cambio, también son símbolos de continuidad–al ser lideres de sus respectivos partidos.
El nombre en el tercer tercio (Arrate) representa al potencial candidato del pacto Juntos Podemos Más. En este caso utilizo a Jorge Arrate para mostrar que el candidato de esa coalición tiene la misión de proponer un cambio radical en el sistema.
Finalmente, el nombre entre el segundo tercio y el tercer tercio (Enríquez-Ominami) es el de un candidato que viene del sistema, pero propone cambiarlo radicalmente. Representa un rechazo al sistema, no adhiere al sistema y no gobierna con los partidos.
Si el clivaje de la elección de 2013 es ‘sistema/anti-sistema’, la coalición que nomine un candidato que se acerque más a satisfacer esa demanda estará mejor posicionada para ganar. En este caso, el candidato idóneo de la Alianza es Golborne. Como candidato independiente (cercano a la UDI), representa una categoría de candidatos que no se han visto desde 1989 en la Alianza. Para la gente es atractivo la nominación de un candidato que venga de fuera del sistema para solucionar los problemas del sistema.
Los candidatos idóneos de la Concertación son Tohá, Orrego, Bachelet y Velasco. Si bien Tohá y Orrego representan un cambio generacional, no necesariamente representan un cambio al sistema. Bachelet proviene del mundo de los partidos, pero su reputación la coloca en un lugar que no es evaluado transversalmente con el de los partidos. Y Velasco, como independiente, representa una posición exógena al sistema (independiente de su postura ortodoxa sobre la economía). Por eso, podría consolidarse en una figura interesante para la gente.
Finalmente, Marco Enríquez-Ominami es un candidato que representa un cambio al sistema desde fuera del sistema. Pese a su paso por el PS, su postura en las elecciones de 2009 dejan en claro su voluntad de romper con el sistema imperante. Podría ser un candidato con alta votación, tanto por dentro de la Concertación como por fuera.
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