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Las Municipales y los Candidatos Presidenciales

Los partidos que ganen las elecciones municipales tendrán la mejor opción de levantar al candidato presidencial dentro de sus respectivas coaliciones. Dado que los resultados electorales municipales son un predictor robusto de los resultados electorales presidenciales, los partidos ganadores no solo aspiran a presentar sus victorias como una credencial frente a las élites, pero amenazan tener un mejor rendimiento en primarias.

La mayoría de los estudios muestran que el voto municipal es un indicador clave para predecir el voto presidencial. La evidencia muestra que a nivel de comuna hay una alta correlación en la dirección (preferencia política por partido) e intensidad (votos emitidos) de los votos en ambas elecciones. Es decir, los ciudadanos tienden a votar por candidatos del mismo partido en elecciones diferentes. (Salvo en algunos casos donde existe un alto nivel de voto cruzado).

Por ejemplo, a medida que aumenta la probabilidad que un ciudadano vote por un candidato DC en las elecciones municipales, aumenta proporcionalmente la probabilidad que vote por un candidato DC en las elecciones presidenciales. En términos reales, mientras más votos obtienen los candidatos a Alcalde de la DC en 2012, más votos obtendrá el candidato presidencial de la DC en 2013. Esto se acentúa con el voto voluntario, donde los militantes son los que más participan.

Esto implícitamente sugiere que los partidos que tienen más candidatos controlan mejor las prospectivas y proyecciones electorales. En este caso la DC, la UDI y RN tienen una ventaja por sobre el resto de los partidos al contar con una mayor cantidad y dispersión de candidatos en sus respectivas listas. Por ejemplo, en la elección de Alcaldes de 2008 hubo 1,231 candidatos, de los cuales 136 fueron DC (11%), 129 fueron UDI (10,4%) y 121 fueron RN (9,8%).

Las amplias plantillas de candidatos de los tres partidos, determinaron significativamente sus respectivas estrategias para la elección presidencial de 2009. Los tres partidos relativamente más información que los otros partidos sobre sus prospectivas a nivel nacional. Dado que tuvieron más candidatos, su muestra fue más representativa de la población. Por ejemplo, en las primarias de entre Frei y Gómez en la 6ta y 7ta región, la DC siempre supo que iba a ganar.

Todo lo anterior apunta a que el paso más importante para definir el candidato de cada coalición se dará tras las elecciones municipales. Por ejemplo, cuando se dispute la nominación del candidato presidencial dentro de cada coalición, el partido con mejores resultados en 2012 naturalmente buscará implementar primarias, mientras que los otros partidos se verán forzados a buscar el consenso entre las élites.

Una excepción a esta regla se da con candidaturas personalizadas e independientes, que frecuentemente cuentan con apoyo transversal, autónomo a los partidos. Por ejemplo, de competir, es probable que Bachelet (PS) obtenga la nominación tanto por consenso como por primarias. También es probable que Enríquez-Ominami (ex PS) no consiga el consenso, pero sí los votos. Y es probable que Velasco (IND) no obtenga ni el consenso ni los votos.

Pero, en el caso que Bachelet no sea candidata, y Enríquez-Ominami y Velasco compitan por fuera de la Concertación, la nominación del nuevo candidato del pacto dependerá casi por completo en el resultado de las municipales. La pugna la DC (Walker, Orrego y Rincón) y el PPD (Lagos W., Tohá y Girardi), tendrá su primer–y tal vez último–round en Octubre de este año. El bando que tenga–o sepa presentar de mejor manera–los resultados, inevitablemente será favorito.

Ranking de Encuestas 2.0

Uno de los objetivos de tresquintos es analizar encuestas de opinión pública. Una forma de analizar encuestas es tender inferencias cada vez que una encuestadora publica una encuesta nueva. Otra forma de analizar encuestas es tender inferencias en base a múltiples encuestas, de múltiples encuestadoras distintas. Los que conocen el terreno de la opinión pública en Chile sabrán que la segunda forma no es nada de fácil. Las encuestas difieren en varios aspectos. Tienen diferencias significativas en sus ‘diseños metodológicos’, ‘tamaños de muestra’ y ‘fechas de trabajo de campo’.

Durante la campaña presidencial de 2009 hubo un par de sitios que intentaron tender inferencias en base a múltiples encuestas, al ponderar varias de ellas en un indicador único que intentaba representar el valor real de la intención de voto para cada candidato. El sitio TodoPolítica solo consideró las 4 encuestas más recientes. Promedió el valor de la última encuesta con las 3 anteriores en una regresión local para generar su indicador único. El sitio Vota 2009 de La Tercera tuvo una aproximación similar. Ponderó todas las encuestas con una media aritmética para dar con su propio indicador único.

En ambos casos, encuestadoras y encuestas fueron comparadas par a par. En el caso de TodoPolítica, las encuestas presenciales que entrevistaron a más de 1,000 personas con un margen de error de 3,0% fueron consideradas igual de relevantes que las encuestas telefónicas que entrevistaron a 600 personas con un margen de error de 4,5%. En el caso de Vota2009, las encuestas que se realizaron durante fines de 2008 (más de un año antes de la elección!) fueron consideradas igual de relevantes que las encuestas que fueron realizadas a fines de 2009 (menos de un mes antes de la elección!).

Comparar encuestadoras y sus encuestas involucra un proceso metodológico complejo. Justamente porque todas las encuestas difieren, las respectivas proporciones de intención de voto que reportan tienden a ser distintos. Por ejemplo, podemos anticipar proporciones diferentes dependiendo si las encuestas son presenciales o telefónicas, o si los entrevistados son seleccionados por cuota o de forma aleatoria. Incluso si todas las encuestadoras tuvieran las mismas características particulares, es probable que observáramos diferencias en sus resultados.

Para crear un indicador único sin sesgo, es importante partir de la base que todas las encuestadoras tienen características particulares distintas y todas sus encuestas introducen error en sus predicciones. El primer paso es asignarles mayor peso en el indicador único a las encuestadoras que tienen encuestas que introducen menos error en sus predicciones. Para determinar que encuestadora tiene menos error, mire las encuestas que sondearon intención de voto para la primera vuelta de la elección presidencial de 2009. En total, consideré 12 encuestadoras:

  • CEP
  • CERC
  • Direct Media
  • El Mercurio-Opina
  • Giro País (Subjetiva)
  • Imaginacción
  • IPSOS
  • La Segunda (UDD)
  • La Tercera
  • MORI
  • TNS-Time
  • UDP

Para crear el ranking, se necesita un mínimo nivel de homogeneidad entre las encuestadoras. Es decir, se debe usar datos que midan lo mismo. No todas las encuestas reportan el porcentaje de encuestados que se declara registrado para votar. Por ejemplo, la encuestadora CERC excluye nulos, blancos y abstenciones. Es decir, la intención de voto por candidato suma 100%. Las otras encuestas, en cambio, sí reportan nulos, blancos, abstenciones, por lo cual los votos válidos suman menos de 100%. Para homogeneizar las encuestadoras, normalicé los datos de todas las encuestas a 100%.

Si suponemos que todas las encuestadoras diseñan sus encuestas metodológicamente bien, deberíamos esperar que aquellas con un menor margen de error (o un mayor número de encuestados) tengan una mejor capacidad predictiva. Sin embargo, el siguiente cuadro muestra que no hay una asociación entre margen de error y capacidad predictiva. Algunas encuestas con un bajo margen de error fallaron más que otras encuestas con un alto margen de error. Por ejemplo, la encuestadora con el menor margen de error (Ipsos, con 2,5%) tuvo la octava mejor predicción (de doce!) de intención de voto para Piñera.

Eso es suficiente evidencia para sostener que el margen de error no es la única fuente de error en las encuestas. Si el margen de error fuera el único error de las encuestas, todas las encuestas tendrían una predicción correcta, dentro de su margen de error. En esencia, esto significa que las encuestadoras introducen un error natural a partir de su particular proceso metodológico. Para medir el error de cualquier encuesta, propongo aislar sus fuentes de error en una parte provista por la encuestadora y una parte no provista por la encuestadora:

ERROR REAL = Error Reportado + Error-No-Forzado

Ahora bien, en vez de mirar el error de cada encuesta en las predicciones de cada candidato, decidí fijar un parámetro de estimación. Principalmente porque es común que una encuesta reporte una predicción correcta para un candidato, pero falle significativamente en su predicción para el resto. Por ejemplo, MORI hizo la segunda mejor predicción de votación para Piñera, pero tuvo mayor error que el resto de las encuestas en la predicción de votación para los otros candidatos.

En este caso el parámetro de estimación más importante es el que mide la diferencia en votación entre los dos candidatos con más preferencias. Esto tiene sentido porque a menudo sabemos quién es el favorito, pero no sabemos por cuánto. En elecciones competitivas esta distancia es crucial. Si ambos candidatos giran en torno al 50% de las preferencias,  lo importante es conocer la distancia entre ambos. Por ejemplo, en 2009, todas las encuestas reportaron a Piñera como favorito, pero todas con distancias de Frei diferentes.

Error Reportado

El primer paso es estimar el Error Reportado. Esta es la diferencia entre la predicción del parámetro de cada encuesta y el parámetro real. Es la forma más básica de medir el error de una encuesta. El siguiente cuadro muestra el error reportado para el parámetro de estimación. La columna ‘Parámetro Estimado’ es la predicción del parámetro (la diferencia entre Piñera y Frei). La columna ‘Error Parámetro’ es la diferencia entre parámetro estimado y el parámetro real. La columna ‘Error Reportado’ es el valor absoluto de ‘Error Parámetro’.

El índice de mayor interés es ‘Error Reportado’, que muestra la distancia absoluta del parámetro estimado de cada encuesta y el parámetro real (14,5%). El promedio de error reportado de todas las encuestas fue de 3,7%. Esto significa que en general las encuestas hicieron buenas predicciones, haciendo una estimación relativamente cercana al resultado de la elección. De todas las encuestas La Segunda/UDD tuvo el error reportado más bajo (0,05%) con una predicción de 14%, mientras que ICSOUDP tuvo el error reportado más alto (7,9%) con una predicción de 6,6%.

Error-No-Forzado

El segundo paso es estimar el Error-No-Forzado. Esta es la diferencia entre el error reportado y el margen de error. Es lo que el margen de error no explica en el error reportado de la encuesta. El siguiente cuadro muestra el error-no-forzado para el parámetro de estimación. La columna ‘Error Reportado’ es el valor absoluto de ‘Error Parámetro’. La columna ‘Margen de Error’ muestra el margen de error que reporta la encuesta. La columna ‘Error No Forzado’ es la diferencia entre el error reportado y el margen de error.

El índice de mayor interés es ‘Error No Forzado’, que muestra el error que tiene una encuesta, que no puede ser explicado por su margen de error. Un índice negativo significa que la encuesta tuvo una predicción dentro de su margen de error. Un índice positivo significa que la encuesta tuvo una predicción fuera de su margen de error. De las 12 encuestas, 5 estuvieron dentro de sus margenes de error. De las 7 encuestas restantes, Imaginacción tuvo un error-no-forzado más bajo (0,7%), y UDP tuvo el error-no-forzado más alto (5,2%).

Error-No-Forzado Relativo

El tercer paso es estimar el Error-No-Forzado Relativo. Esta es la diferencia entre el error-no-forzado de cada encuesta y el promedio de error-no-forzado de todas las encuestas. Esto permite estimar la capacidad predictiva de cada encuesta en base a la capacidad predictiva promedio de todas las encuestas. El siguiente cuadro muestra el error-no-forzado relativo. Las columnas ‘Margen de Error’ y ‘Error No Forzado’ son lo mismo que arriba. La columna ‘Error No Forzado Relativo’ es la diferencia entre ‘Error No Forzado’ y el promedio de ‘Error No Forzado’.

El índice de mayor interés es ‘Error No Forzado Relativo’, que muestra el error que tiene una encuesta, en comparación con todas las encuestas. Un índice negativo significa que la encuesta tuvo un error-no-forzado menor que el promedio de todas las encuestas. Un índice positivo significa que la encuesta tuvo error-no-forzado mayor que el promedio de todas las encuestas. Por ejemplo, La Tercera tuvo un error-no-forzado de 1,4% menos que el resto de las encuestas. Asimismo, Giro País/Subjetiva tuvo un error-no-forzado de 0,03% más que el resto de las encuestas.

Personalmente, tengo algunas aprensiones metodológicas con las características particulares de algunas de las encuestadoras que figuran en la parte superior del ranking. Principalmente con los tamaños de las muestras y los métodos de recopilación de datos. Sin embargo, el ranking esta construido en base a la capacidad predictiva de las encuestas, y no a sus características metodológicas. Para efectos de un ranking, las encuestas que tienen a introducir un error-no-forzado relativo menor deben tender a figurar en la parte alta de la tabla.

Un argumento en contra de este punto es que no todas las encuestas son predictivas. Dado que algunas encuestas se hacen con meses de anticipación a la elección (e.g., UDP), las encuestadoras pueden argumentar que su encuesta es solo una foto del momento. La respuesta es simple. Cuando una encuestadora decide preguntar sobre “la elección del próximo Domingo”, esta haciendo una predicción. Además, si cada año electoral la encuestadora hace la misma pregunta con la misma distancia de tiempo a la elección, podremos fácilmente anticipar su error real.

El Factor Bachelet

La compleja situación política por la cual pasa la Concertación es representativa de su dificultad para respaldar un candidato presidencial único para 2013. Hasta el momento se barajan alrededor de 11 nombres: Ignacio Walker, Claudio Orrego, Ximena Rincón, Soledad Alvear, Michelle Bachelet, Fulvio Rossi, Osvaldo Andrade, Ricardo Lagos Weber, Carolina Tohá, Guido Girardi y José Antonio Gómez. La principal dificultad ha sido decidir el método de selección del candidato único. Mientras algunos piden nominar de forma directa a Bachelet, otros piden fijar primarias.

La nominación directa tiene la ventaja de unificar a todos los partidos tras la popular figura de Bachelet. Sus partidarios esperan que esta estrategia se consolide como una especie de blindaje a las críticas de la Alianza. Además permite construir una ofensiva poderosa en los últimos años del gobierno de Piñera. Pero tiene la desventaja de abrir un flanco para que candidatos dentro–o fuera–de la coalición compitan por fuera. En el peor de los casos podría repetirse lo de 2009, cuando las élites decidieron nominar a Frei como candidato, indirectamente potenciando la candidatura de Marco Enríquez-Ominami.

Por estas razones ciertos sectores dentro de la Concertación han pedido fijar primarias. Algunos han pedido primarias abiertas, aceptando incluir a candidatos que no militan en los partidos de la coalición. Esto permitiría la entrada de Enríquez-Ominami y Andrés Velasco en la boleta. Otros han pedido primarias cerradas, justamente para prevenir la entrada de independientes y descolgados. En ambos casos los resultados difieren substancialmente. Por ejemplo, el número de candidatos aumenta considerablemente en primarias abiertas respecto a primarias cerradas.

Pero para determinar el mejor método de selección del candidato presidencial, es importante saber cuáles son las intenciones de Bachelet. En un artículo anterior argumenté que su silencio es un factor divisor. Mientras no manifieste su intención de aceptar o rechazar una candidatura, persistirán los problemas intra-coalicionales. Dado que el escenario cambia dramáticamente dependiendo de su disposición, es difícil ver que se pueda tomar una decisión antes de que ella hable. El siguiente cuadro muestra la alta probabilidad de que Bachelet sea la candidata única en 2013.

Si bien es altamente probable que Bachelet sea la candidata única de 2013, si decide no competir también logra influir en la selección del candidato presidencial. Principalmente porque fuerza primarias. Es difícil concebir un escenario donde los partidos de la Concertación concuerden en nominar un candidato único que no sea Bachelet. Ninguno de los 10 nombres restantes recoge el apoyo transversal que obtiene Bachelet. Además, si las primarias son vinculantes, logran evitar potenciales candidaturas paralelas por fuera.

Si Bachelet decide no competir, y las primarias son abiertas mi intuición es que Enríquez-Ominami y Velasco tienen una alta probabilidad de ganar. En un artículo anterior anticipé que el clivaje de 2013 sería uno de sistema/anti-sistema, lo cual es mejor representado por candidatos descolgados e independientes. Entre ambos, me parece que los votantes pueden favorecer a Enríquez-Ominami, dado que Velasco compite contra los militantes de la Concertación. Mientras Enríquez-Ominami cuenta con un voto duro dentro de algunos sectores, el apoyo de Velasco está en un estado incipiente.

Por otro lado, si Bachelet decide no competir, y las primarias son cerradas mi intuición es que disminuirá el número de candidatos. En vez de que cada partido nomine a cada uno de los potenciales candidatos como un pre-candidato, cada partido nominará a su militante más competitivo. En este caso, especulo que Walker tiene una ventaja sobre Tohá y Gómez. Principalmente porque tiene mayor apoyo en los sectores moderados, los cuales son más y por ende tienen una mayor probabilidad de votar en primarias voluntarias.

En definitiva, todo depende de Bachelet. Mientras Bachelet no hable, las elites de la Concertación no podrán decidir qué tipo de selección de candidato presidencial utilizarán para 2013. En el escenario que Bachelet decide competir, la evidencia apunta a que será la preferida tanto por las elites como por los ciudadanos que decidan votar en primarias. En el escenario que Bachelet decide no competir, la evidencia apunta a que Enríquez-Ominami o Walker serán los favoritos.

Bachelet 2013 y la Sobrevivencia de la Concertación

Desde que Michelle Bachelet dejó La Moneda en 2010, ha sido la figura pública con mayor adhesión en las encuestas de opinión pública. También ha liderado los sondeos entre los potenciales candidatos para la próxima elección presidencial. El bajo nivel de rechazo y el alto nivel de apoyo ha llevado a un sector dentro de la Concertación a pedir su pronta nominación como la abanderada de la coalición para las elecciones de 2013.

El sector que plantea nominar a Bachelet cuanto antes descarta negociar con candidatos independientes y descolgados–Andrés Velasco y Marco Enríquez-Ominami. Buscan nominar a un candidato militante del cual exigen un gobierno sustentado en lealtades partidarias. Al nominar a Bachelet desde las elites, la Concertación evita la amenaza de fraccionar a los votantes de cara a una potencial segunda vuelta y potenciar a los partidos de su coalición.

Otro sector plantea nominar un candidato militante de la Concertación, pero por medio de primarias. Estos apuntan a renovar las cúpulas de líderes al permitir a todos los militantes que quieran levantar una candidatura. Dentro de este grupo también hay quienes apoyan incluir a independientes y descolgados en la nómina. Al establecer primarias, abiertas o cerradas, la coalición vincula a los aspirantes a apoyar al candidato único.

Si bien los dos sectores incluyen estrategias diferentes para lidiar con la candidatura de Bachelet, ambas representan una amenaza a la sobrevivencia de la Concertación. El primer sector propone reiterar el error de la Concertación en 2009, cuando al nominar a Frei implícitamente impulsaron la candidatura de Enríquez-Ominami. El segundo sector propone homologar el peso de Bachelet al de candidatos que no tienen apoyo en las encuestas (e.g. Claudio Orrego, Carolina Tohá).

El factor común de ambas estrategias es usar a Bachelet como punto de referencia. Si bien es algo inevitable, dado sus altos índices de apoyo en las encuestas, se está consolidando como un factor divisor por sobre uno unificador. Es probable que Bachelet sea parte del problema más que parte de la solución. Mientras Bachelet no manifieste su intención de levantar o declinar una candidatura en 2013, seguirán los conflictos intra-coalicionales.

La Irrelevancia Política del Crecimiento Económico

Teorías electorales muestran que hay una asociación entre la situación económica de un individuo y su intención de voto. Cuando una economía esta en recesión, los votantes tienden a castigar al gobierno titular en las urnas. Cuando una economía esta en un ciclo de alto crecimiento, los votantes tienden a premiar al gobierno titular en las urnas. Esta teoría es directamente aplicable al periodo que cae entre una elección y otra. Cuando hay leves shocks a la economía (e.g., alza en el precio del pan, o la bencina), los ciudadanos usan las encuestas para manifestar su bienestar o su descontento.

El siguiente gráfico muestra esta asociación.



El gráfico muestra que a medida que aumenta el crecimiento económico, aumenta la aprobación presidencial. Salvo casos específicos (Aylwin 1990, Frei 1994 y Bachelet 2009), existe una tendencia lineal entre las dos variables. Mientras los outliers de Aylwin y Frei están relacionados con la etapa de luna de miel que gozan los presidentes al recién inaugurar su periodos, el outlier de Bachelet esta relacionado con la particular cercanía de la Presidenta con los ciudadanos. Es decir, fuera de casos extremos, lo normal es que un buen ciclo económico conlleve a una alta aprobación presidencial.

Piñera es una excepción a esta teoría. El celebrado crecimiento económico de 2010 hizo poco para ayudar a Piñera en las encuestas. Mientras Chile pasa por un ciclo económico relativamente bueno, en comparación con la crisis económica mundial y con los periodos presidenciales anteriores, la popularidad del Presidente sigue bajando en las encuestas. La explicación directamente racional es que la teoría electoral es inversa para Piñera. Es decir, mientras mejor este la economía, mayor va ser la tendencia de los ciudadanos de castigar al Presidente.

Esto no puede ser cierto. Entonces, ¿por qué el crecimiento económico es políticamente irrelevante para Piñera?

Mi intuición es que si bien la economía es una variable fundamental para explicar popularidad presidencial, en el gobierno de Piñera hay variables más importantes. Esto es consistente con la evidencia. De hecho, el grueso de la variación de la aprobación presidencial se puede explicar por fenómenos políticos o sociales–no asociados a la economía. El rescate de los mineros, el mediático conflicto con Marcelo Bielsa, las protestas de HidroAysén y las marchas de los estudiantes por la educación han sido los principales determinantes de los ciudadanos a la hora de evaluar a Piñera.

El problema del gobierno es la incapacidad de detectar este problema. No importa lo bien que la economía este, Piñera seguirá siendo castigado por los ciudadanos si no corrige otras áreas de su administración. La personalidad empresarial del Presidente y la incapacidad de definir el objetivo central del cuatrienio de la Alianza están tras los bajos índices en las encuestas. La poco empatía del Presidente con la gente ha forjado una brecha entre el gobierno y los ciudadanos difícil de conectar. Y mientras la derecha no pueda definir su misión presidencial, difícilmente serán reconocidos por la gente como un buen gobierno.

Las continuas fallas logísticas del segundo piso y la manifiesta descoordinación entre La Moneda y la planilla parlamentaria de la Alianza son las principales causas de este problema. Mientras Piñera no re-estructure la forma de identificar los escollos en su camino, y no logre establecer un objetivo común con la disidencia de RN y la UDI, sus índices de popularidad seguirán cayendo. A un año de las elecciones municipales, el efecto de seguir con la misma estrategia podría ser devastadora. Perder en las elecciones locales es el primer paso para que la Concertación se posicione como la alternativa menos mala.

El Legado de Piñera

A casi un año y medio de que asumió el actual gobierno, no sabemos cuál va ser el legado de Sebastián Piñera. En este artículo especulo sobre dos posibles alternativas. Una alternativa es la reforma a la educación; otra alternativa es la reforma al sistema electoral. Mientras es casi seguro que la primera está destinada a fracasar (por no estar en sincronía con el gobierno de Piñera), la segunda puede ser una de las obras más trascendentes del futuro de Chile.

Un legado es el sello de un Presidente. Es la misión primaria de la administración. Es el recuerdo que el gobierno deja en la mente de la gente. Un legado puede ser positivo o negativo. En cuanto a su trascendencia política, un legado positivo puede significar una exitosa reelección de la coalición del Presidente. En cambio, un legado negativo puede bien llevar a una masacre electoral en las urnas.

En Chile, es relativamente fácil identificar los legados de los presidentes desde el retorno de la democracia. Cuando Patricio Aylwin asumió el poder en Marzo de 1990, tomó mando de un país sin instituciones democráticas. Por eso fijó la tarea nacional en términos de «transición a la democracia». Su gobierno definió un método de negociaciones y acuerdos llamado la «democracia de los consensos».

Los avances del gobierno de Aylwin en materias políticas ayudaron a crear una base estable para el siguiente gobierno. Por eso Eduardo Frei tuvo relativa facilidad en maximizar las prospectivas económicas (al menos hasta 1997). Si bien el termino de su gobierno estuvo marcado por la crisis asiática, logró abrir el mercado chileno mediante la firma de importantes tratados de comercio alrededor del mundo.

La recesión económica hacia el termino del gobierno de Frei ayudó a identificar importantes carencias que se venían arrastrando en el país. Por eso Ricardo Lagos ofreció pavimentar el camino hacia el desarrollo. Y eso hizo. Construyó carreteras, puentes y túneles a lo largo y ancho del país. Paralelamente, trabajó en la modernización del Estado, adaptando las herramientas vetustas del gobierno, a las demandas ciudadanas del siglo XXI.

Los gobiernos consecutivos de Aylwin, Frei y Lagos conformaron una exitosa secuencia para transformar un país autoritario en uno democrático. Por eso Michelle Bachelet vio la oportunidad de abrir los beneficios que habían construido los gobiernos anteriores a un mayor número de gente. Su gobierno se caracterizó por la inclusión social. Desde su estilo de liderazgo a sus políticas económicas. Su legado fue entregar alternativas y oportunidades a las clases más desprovistas.

Con la elección de Piñera en 2010, se acabó el ciclo de la Concertación. Y tal vez por ser el primer gobierno de derecha en 50 años, Piñera no ha podido alinear el objetivo de su gobierno con la trayectoria de los gobiernos anteriores. Los problemas que ha enfrentado durante la primera parte de su gobierno ha reducido significativamente la gobernabilidad de su administración, impidiéndolo de fijar una meta de consenso nacional.

Tras las movilizaciones estudiantiles, Piñera vio la oportunidad de hacer la reforma a la educación su gran legado. No se puede ignorar que La Moneda ha hecho un importante esfuerzo para buscar un acuerdo con los estudiantes. Pero cuando se presentó la propuesta del gobierno (GANE), y fue rápidamente rechazada por los estudiantes, Piñera comenzó a dudar que la educación sería su gran legado. La distancia entre los objetivos de los estudiantes y la disposición del gobierno es simplemente demasiado amplia.

Si Piñera desea mantener su estatus de Presidente de derecha, cualquier tipo de acuerdo entre La Moneda y los estudiantes será mediocre. Y si Piñera quiere pasar a la historia, o al menos reelegir su coalición al poder en 2013, no lo podrá hacer con un legado mediocre. Por eso creo que el legado de Piñera reside en otro lugar. Creo que el mejor legado que puede aspirar Piñera es reformar el sistema político.

Cambiar las leyes electorales tiene un impacto significativo en la forma en que se hace política. Una reforma de fondo al sistema binominal puede consolidarse en un cambio substancial del comportamiento de los actores políticos. Piñera puede pasar a la historia como el Presidente de derecha que abolió el último enclave autoritario de Pinochet. Puede revindicar a la derecha como una coalición democrática.

Esto se puede hacer relativamente fácil y rápido. Los votos están disponibles en el poder legislativo. Cualquier proyecto de reforma electoral que ofrezca Piñera tendrá que ser bienvenido por los partidos de la Concertación. Tras una lucha de 20 años para cambiar las reglas electorales en la Constitución, no podrán rechazar una propuesta de Piñera. Por eso no es ni necesario levantar un proyecto atractivo, solo debe ser un proyecto de cambio.

Hasta el momento, Piñera tiene la vara alta. La sincronización y efectividad de los legados positivos de los gobiernos de la Concertación lo están presionando a recapacitar sobre la profundidad de su propio legado. Una reforma mediocre a la educación no lo pondrá a la altura de los legados anteriores, y le costará en las urnas. En cambio, una reforma al sistema electoral lo dejará en una inmejorable posición para ser declarado el padre del Chile del futuro.

Candidato Presidencial de la Alianza

En una columna publicada el 11.05.2011 en El Mercurio, Gonzalo Rojas implica que el candidato de la Alianza no debe ser electo por primarias:

A la Coalición, los plazos le corren paralelos. Debe gobernar y, al mismo tiempo, debe conseguir que sus seis eventuales candidatos puedan ofrecer un programa que mejore mucho lo presente. Y para que aquéllos se muestren, el mecanismo clave -contrariamente a como lo sugieren algunos dirigentes en ambos partidos oficialistas- no son las primarias.

Continúa la idea, pero denuevo deja en claro que primarias no son necesarias, y que lo mejor para la Alianza es escoger un candidato conocido por la gente:

El tema decisivo es primario también, pero en su sentido más propio: lo primario, lo primero, es que los chilenos sepamos quiénes son realmente las seis personas que podrían alcanzar esa nominación.

Estoy en contra de esta opinión. Precisamente porque creo que son las primarias las que deben ser el mecanismo por el cual se conoce a los candidatos. En mi visión, las primarias impulsan las probabilidades de que una coalición logre elegir a su candidato en la elección. Mientras más coordinada este una coalición, más difícil será ganarle. Las elecciones presidenciales pasadas respaldan esta opinión.

En las elecciones de 2005, por falta de coordinación la Alianza llevó dos candidatos (Joaquín Lavín y Sebastián Piñera) a las elecciones presidenciales. Aunque la suma de sus votos fue suficiente para derrotar a la candidata de la Concertación (Michelle Bachelet) en la primera ronda de las elecciones, la división de la Alianza llevó a la victoria de Bachelet en la segunda vuelta.

Este fue también el caso de las elecciones de 2009, cuando la Concertación decidió anti-democraticamente elegir a su candidato (Eduardo Frei), en lugar de celebrar primarias. (Las primarias en la VI y VII regiones fueron cualquier cosa menos democráticas). Esta decisión causó que dos militantes de la Concertación (Jorge Arrate y Marco Enríquez-Ominami) a abandonar de la Concertación y persiguieran candidaturas propias. Aunque la suma de los votos entre los 3 ex-Concertación eran suficientes para derrotar al candidato de la Alianza (Sebastián Piñera) en la primera ronda de las elecciones, la división llevó a la victoria de Piñera en la segunda vuelta.

En otros países la necesidad de primarias esta asumida. En Estados Unidos el partido Repúblicano y el partido Demócrata celebran primarias en el transcurso de un año precio a la elección definitiva, donde cada parte lleva al menos 7 candidatos de los suyos para debatir entre si. Las primarias son nacionales (y federales: se celebran en cada Estado) y el pre-candidato que gana es proclamado candidato oficial con el respaldo de los candidatos perdedores.

En Argentina las primarias usualmente no ocurrían, por lo que una Ley  aprobada en 2010 estipula que los partidos deben competir en primarias nacionales para poder designar a sus candidatos para las elecciones generales (ver Ley N º 26.571, art. N º 20). Además, los partidos que pretenden fusionarse con otros partidos en coaliciones deberán hacerlo antes de la elección primaria, no después. Si esta ley se habría promulgado para la elección de 2002, el Partido Justicialista (PJ) habría tenido un candidato en lugar de tres (Carlos Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá) para la elección presidencial, y seguramente habría arrasado en la primera ronda.

El punto es que las primarias–voluntarias o no–son una forma de maximizar la coordinación dentro de coaliciones (o partidos).  Por un lado el simple hecho de establecer primarias le suben los bonos a las coaliciones. Pero si las élites de una coalición establecen primarias de forma anticipada (antes que se les pida desde abajo),  esa coalición logrará sumar votantes blandos (indecisos, nulos y blancos) antes que lo pueda hacer la coalición opositora. Al involucrar a la gente en la toma de decisiones, las colaciones reparten cuotas de poder que difícilmente serán transables con el otro bando.

En un país donde la clase política que tiene serios problemas de credibilidad, primarias son necesarias. Pero sobre todo para la Alianza, donde el Presidente incumbente ha demostrado que los conflictos de interés tienen repercusiones graves en la opinión pública. Contrario a la opinión de Rojas, pienso que la Alianza tiene mayores probabilidades de reelegirse en La Moneda si abre la posibilidad a que la gente participe en el proceso de toma de decisiones.

Es más, creo que la coalición que establezca primarias nacionales, abiertas y vinculantes tendrá una ventaja sustantiva en la carrera de 2013.

Primera Vuelta

Abajo muestro algunos gráficos que denotan la magnitud de la competencia electoral en las primeras vueltas presidenciales. Me enfoco exclusivamente en el diferencial entre los dos candidatos más competitivos de cada elección: 1989 (Aylwin vs. Buichi), 1993 (Frei vs. Alessandri), 1999 (Lagos vs. Lavín), 2005 (Bachelet vs. Piñera) y 2009 (Frei vs. Piñera).

Las comunas donde gana el candidato de la Concertación están marcadas en azul, las comunas donde gana el candidato de la Alianza están marcadas en Rojo. Los números representan el porcentaje por el cual ganó el candidato en esa comuna. Hay algunas comunas marcadas con un «x«, porque al momento de la elección no existían como unidades electorales. Hay otras marcadas con «0«, porque la diferencia entre los dos candidatos fue menor a 1%.

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CEP: Piñera, Concertación y Renovación Generacional

La encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) es la más creíble y representativa de los sondeos de opinión pública en Chile. En su primera versión de 2010, la CEP entrega varias pistas que ayudan a entender cómo los chilenos han reaccionado a las estrategias que ha llevado a cabo la administración de Piñera en sus primeros tres meses de gobierno. En general, la evidencia muestra que la política chilena va de mal en peor. Tres tendencias apuntan a esto. Primero, la encuesta muestra que el Presidente no ha logrado tomar las riendas del país; su popularidad es la más baja desde el retorno de la democracia. Segundo, la encuesta muestra que la oposición no se ha logrado consolidar como un contrapeso de importancia; la Concertación figura como una de las peores oposiciones de las últimas dos décadas. Tercero, la encuesta muestra que el recambio generacional no existe; la mayoría de los encuestados prefieren a un político conocido que a un político por conocer.

Lo más notorio de la encuesta es que Piñera es el jefe de Estado que inicia su mandato con menor respaldo desde el retorno a la democracia. En 1990, Patricio Aylwin logró un 73% de apoyo. En 1994, Eduardo Frei logró un 50%. En 2000, Ricardo Lagos logró un 49%, y en 2006, Michelle Bachelet logró un 46%. Todos por sobre el 45% de apoyo que recibió el actual mandatario. Varios temas postulan a ser las variables indicativas. Entre ellos, el alza en el valor de los pasajes Transantiago, los conflictos de interés de CHV y LAN, las polémicas populares con la selección chilena y el terremoto de Febrero. No cabe duda que la poca habilidad política para manejar estas situaciones ha llevado a Piñera a recibir el segundo nivel de desaprobación más alto (29%) en el debut de sondeos a mandatarios. El acierto de Piñera en rechazar el tema del indulto parece sugerir la pauta más adecuada para revertir el declive. Mientras Piñera evite debatir temas puntuales intrascendentes y logre instalar en la agenda la importancia de la perspectiva institucional de Estado, su popularidad tenderá a homologarse con el de los presidentes de la Concertación.

Una segunda tendencia es el declive paulatino de la popularidad de la Concertación. Desde la infame derrota electoral de Frei en segunda vuelta, han renunciado los presidentes de los partidos, han habido reuniones estratégicas, incluso se han escrito libros para intentar revitalizar la vetusta y oxidada coalición. Nada ha servido. Los datos son lapidarios. El nivel de aprobación de la Concertación, en comparación a la encuesta anterior, bajó de 49% a 29%. Además, sólo el 48% de los que se identificaron como simpatizantes de centro-izquierda o izquierda, aprueban de la labor de la Concertación; un porcentaje bastante bajo en comparación con los simpatizantes de centro-derecha o derecha, quienes en un 81% apoyan a la Coalición por el Cambio. Si bien para muchos Bachelet parece ser la carta bajo la manga de la Concertación, de nada servirá si la oposición no se logra coordinar y realinear como bloque. Tal como la popularidad de Bachelet no fue transferible a Frei en 2009, tampoco lo será en las elecciones de 2012 y 2013. En tanto la Concertación no desarrolle una estrategia conjunta y unidireccional, estará poniendo en jaque su oportunidad de volver a gobernar.

Finalmente, la encuesta también sostiene que los encargados del recambio generacional no están haciendo su pega. La gente ignora la presencia de una nueva camada de políticos. Lejos de representar un recambio en el sistema político, las dos personas mejor evaluadas son dos políticos consolidados: Michelle Bachelet y Joaquín Lavín. A cuatro meses de haber dejado la presidencia, Bachelet se mantiene como la figura más importante de la Concertación, con un 58% de las menciones. Asimismo, el dos veces candidato presidencial y actual ministro de Educación, se impone con un 28% de las respuestas espontáneas cuando se excluye al Presidente. Bachelet y Lavín también lideran el ranking de políticos mejor evaluados, con un 85% y 57% respectivamente. A su vez, los representantes de la renovación política no aportan en revertir este status-quo. Mientras Marco Enríquez-Ominami y Ricardo Lagos Weber fueron los que sufrieron las caídas más significativas en popularidad, Carolina Tohá recibió apenas un 1% de reconocimiento como una figura importante dentro de la Concertación.

Estas tres tendencias advierten que la política chilena cae en picada. La baja popularidad del Presidente sugiere que hay una grave desconexión de la clase gobernante con la gente. Por una razón u otra el gobierno no ha logrado acertar en sus políticas. Si a esto le sumamos la incapacidad de la Concertación para realinearse, se produce un vacío de poder en el cual ninguna de las dos fuerzas más representativas del país logra empoderarse desde la presidencia o desde la oposición. Por último, la permanencia en la escena de gente asociada con la política tradicional muestra que poco y nada han podido hacer las nuevas generaciones para gestar la renovación generacional.