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Candidato Presidencial de la Alianza

En una columna publicada el 11.05.2011 en El Mercurio, Gonzalo Rojas implica que el candidato de la Alianza no debe ser electo por primarias:

A la Coalición, los plazos le corren paralelos. Debe gobernar y, al mismo tiempo, debe conseguir que sus seis eventuales candidatos puedan ofrecer un programa que mejore mucho lo presente. Y para que aquéllos se muestren, el mecanismo clave -contrariamente a como lo sugieren algunos dirigentes en ambos partidos oficialistas- no son las primarias.

Continúa la idea, pero denuevo deja en claro que primarias no son necesarias, y que lo mejor para la Alianza es escoger un candidato conocido por la gente:

El tema decisivo es primario también, pero en su sentido más propio: lo primario, lo primero, es que los chilenos sepamos quiénes son realmente las seis personas que podrían alcanzar esa nominación.

Estoy en contra de esta opinión. Precisamente porque creo que son las primarias las que deben ser el mecanismo por el cual se conoce a los candidatos. En mi visión, las primarias impulsan las probabilidades de que una coalición logre elegir a su candidato en la elección. Mientras más coordinada este una coalición, más difícil será ganarle. Las elecciones presidenciales pasadas respaldan esta opinión.

En las elecciones de 2005, por falta de coordinación la Alianza llevó dos candidatos (Joaquín Lavín y Sebastián Piñera) a las elecciones presidenciales. Aunque la suma de sus votos fue suficiente para derrotar a la candidata de la Concertación (Michelle Bachelet) en la primera ronda de las elecciones, la división de la Alianza llevó a la victoria de Bachelet en la segunda vuelta.

Este fue también el caso de las elecciones de 2009, cuando la Concertación decidió anti-democraticamente elegir a su candidato (Eduardo Frei), en lugar de celebrar primarias. (Las primarias en la VI y VII regiones fueron cualquier cosa menos democráticas). Esta decisión causó que dos militantes de la Concertación (Jorge Arrate y Marco Enríquez-Ominami) a abandonar de la Concertación y persiguieran candidaturas propias. Aunque la suma de los votos entre los 3 ex-Concertación eran suficientes para derrotar al candidato de la Alianza (Sebastián Piñera) en la primera ronda de las elecciones, la división llevó a la victoria de Piñera en la segunda vuelta.

En otros países la necesidad de primarias esta asumida. En Estados Unidos el partido Repúblicano y el partido Demócrata celebran primarias en el transcurso de un año precio a la elección definitiva, donde cada parte lleva al menos 7 candidatos de los suyos para debatir entre si. Las primarias son nacionales (y federales: se celebran en cada Estado) y el pre-candidato que gana es proclamado candidato oficial con el respaldo de los candidatos perdedores.

En Argentina las primarias usualmente no ocurrían, por lo que una Ley  aprobada en 2010 estipula que los partidos deben competir en primarias nacionales para poder designar a sus candidatos para las elecciones generales (ver Ley N º 26.571, art. N º 20). Además, los partidos que pretenden fusionarse con otros partidos en coaliciones deberán hacerlo antes de la elección primaria, no después. Si esta ley se habría promulgado para la elección de 2002, el Partido Justicialista (PJ) habría tenido un candidato en lugar de tres (Carlos Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá) para la elección presidencial, y seguramente habría arrasado en la primera ronda.

El punto es que las primarias–voluntarias o no–son una forma de maximizar la coordinación dentro de coaliciones (o partidos).  Por un lado el simple hecho de establecer primarias le suben los bonos a las coaliciones. Pero si las élites de una coalición establecen primarias de forma anticipada (antes que se les pida desde abajo),  esa coalición logrará sumar votantes blandos (indecisos, nulos y blancos) antes que lo pueda hacer la coalición opositora. Al involucrar a la gente en la toma de decisiones, las colaciones reparten cuotas de poder que difícilmente serán transables con el otro bando.

En un país donde la clase política que tiene serios problemas de credibilidad, primarias son necesarias. Pero sobre todo para la Alianza, donde el Presidente incumbente ha demostrado que los conflictos de interés tienen repercusiones graves en la opinión pública. Contrario a la opinión de Rojas, pienso que la Alianza tiene mayores probabilidades de reelegirse en La Moneda si abre la posibilidad a que la gente participe en el proceso de toma de decisiones.

Es más, creo que la coalición que establezca primarias nacionales, abiertas y vinculantes tendrá una ventaja sustantiva en la carrera de 2013.

El Populismo de Piñera

Andrés Velasco y Francisco Díaz escriben una columna donde hacen un punto interesante sobre el populismo.

El antiguo populismo ha sido sustituido por el populismo guidao por encuestas. Hoy en día, ningún político puede permitirse el lujo de ignorar las encuestas de opinión pública. Pero una cosa es mirar los datos de encuestas y otra cosa es gobernar con el peoplemeter. Los progresistas usan el capital político para invertirlo en sacar proyectos difíciles; populistas acumulan capital político para invertirlo en asegurar la continuidad de su bando.

Bajo estos estándares, Piñera es populista. Los peaks y valles de su gobierno han estado marcados por temas coyunturales. (En una columna pasada discutí lo importante que fue la venta de LAN y CHV, el tema de los mineros, la ANFP, el gas en Magallanes, y el caso Jacqueline Van Rysselberghe para la dirección del gobierno).

Cuando Piñera estuvo en su peak (tras rescate de los mineros), no usó la oportunidad para instalar un proyecto de cambio estructural. Al estar en el valle de su gobierno, Piñera no tiene el peso político para hacer un cambio estructural.

El gobierno de Piñera ha pasado más de la mitad de los meses bajo el 50% de aprobación, en promedio.

Lejos de estar pronto a dar el golpe al sistema que se prometió durante la campaña, el gobierno ha estado luchando no caer bajo los 40 puntos. Y por más que se ha tratado, las constantes zancaídas al gobierno por parte de su propio Presidente, parecen entrever lo próximo que esta el gobierno de caer a los 30s.

Contrario a lo que se piensa, los populistas no necesariamente son exitosos. Piñera ha tratado de gobernar según encuestas, pero el «issue» de «managment» en el gobierno no han permitido lograr resultados positivos.

Han sido pocos los casos en Latino América donde un Presidente populista ha tenido éxito. Solo Fujimori y Menem lograron resultar reelectos–pero todos sabemos como acabaron sus carreras.