El sistema electoral binominal no se ha reemplazado porque no ha existido la intención de hacerlo en el Congreso. Si bien la Concertación ha estado a favor de un cambio desde 1989, la Alianza se ha opuesto fehacientemente. Mientras los partidos de la Concertación han enfatizado en la necesidad de aumentar la proporcionalidad del sistema, los partidos de la Alianza han insistido en mantenerlo para reforzar la estabilidad de la democracia. En definitiva, ha sido un juego suma-zero que ha tendido hacia el status-quo.
Esto cambió en Enero de 2012, cuando un grupo de legisladores de RN manifestó su disposición de votar a favor de un nuevo sistema electoral. La suma de sus votos con los de la Concertación permite—por primera vez—alcanzar el quórum calificado para hacer cambios a la Constitución. Sin embargo, tener la disposición es solo el comienzo. Existen varias propuestas sobre la mesa (e.g., el binominal corregido, el uninominal, el proporcional, el mixto paralelo y el mixto compensatorio), entre las cuales no hay consenso.
Dado que intentos de reforma anterior han fracasado por el veto de la Alianza, no debiera sorprender que no exista un acuerdo pero igual se lleve a cabo la reforma. Para evitar enfrentar otro veto-player (que podría ser la UDI), es natural que la Concertación decida apoyar casi cualquier alternativa de sistema electoral (salvo el binominal corregido). Incluso uno que no tenga un objetivo de proporcionalidad. Entre las propuestas mencionadas, uno que RN podría querer potenciar, y que a la vez satisfaga a la Concertación, es el sistema uninominal.
El sistema uninominal (o mayoritario) ha tenido buenos resultados en 2 de los países con mayor tradición democrática del mundo, Estados Unidos y Reino Unido. Principalmente porque es simple (el candidato con más votos gana), pero también porque es justo (todos las unidades electorales representan la misma cantidad de gente). Un sistema uninominal, además, fuerza que existan mayorías. La teoría de partidos políticos muestra que a medida que baja la magnitud del distrito, disminuye la cantidad de partidos.
Una critica central al sistema uninominal es que no esta de acorde con la naturaleza multipartidista del sistema político chileno. Y que al construir incentivos institucionales mayoritarios se reprimen las demandas de partidos pequeños. Sin embargo, dado que el sistema uninominal necesariamente implica un redistritaje, el número de escaños a repartir debería aumentar, permitiendo que cada partido lleve candidatos donde enfrente mejores probabilidades de ganar. Por ejemplo, el PRI podrían ganar en varios distritos del norte.
Es más, si bien los sistemas uninominales tienden a reducir el número de partidos, no necesariamente reducen el número de coaliciones. Incluso podría solidificar a los partidos existentes. Si aumenta la cantidad de distritos, naturalmente incrementa la cantidad de candidatos. (Mi propuesta es que se elijan 160 diputados que representen alrededor de 100,000 personas, y 53 senadores que representen alrededor de 300,000 personas). En cual caso los partidos tienen un incentivo adicional para permanecer vigentes.
En definitiva, el sistema uninominal refuerza la estabilidad que existe mediante elecciones simples y justas. Incentiva la formación de grandes mayorías, pero respeta la proporcionalidad a nivel local. En el caso chileno, bien podría mantener las coaliciones que existen hoy, o podrían incentivar nuevas coaliciones. De hecho, el sistema uninominal en sistemas multipartidistas permite la flexibilidad en la formación de gobiernos. Por ejemplo, aumenta la posibilidad que los partidos de centro busquen lugares comunes en su propia coalición.