Una simple mirada a la popularidad de Sebastián Piñera muestra un constante declive en su aprobación presidencial y un constante aumento en su desaprobación presidencial. Si miramos los datos a nivel agregado, y ploteamos una línea de tendencia continua de todas las encuestas que han sondeado su popularidad desde que asumió en Marzo de 2010, vemos un patrón de deterioro paulatino.
Sin embargo, si miramos con más detención el patrón de las encuestas a nivel desagregado podemos identificar varios puntos de inflexión. Por ejemplo, en algunos artículos anteriores (ver aquí y aquí) argumenté que a diferencia de los presidentes de la Concertación, la popularidad de Piñera es más dependiente de factores coyunturales (mineros, protesta de estudiantes) que de factores estructurales (economía, inflación).
Por eso, decidí dividir el gobierno de Piñera en tres periodos, separándolos por los dos factores coyunturales que creo que han sido más decisivos. El primer factor coyuntural es el rescate de los mineros, en septiembre de 2010. El segundo factor coyuntural es el nacimiento de los conflictos estudiantiles, en marzo de 2011. Es decir, los tres periodos son (marzo 2010 – septiembre 2010), (septiembre 2010 – marzo 2011) y (marzo 2011 – octubre 2011).
Esta técnica estadística está basada en el diseño de regresión descontinuada (regression discontinuity design). Es un método comúnmente usado para determinar el efecto causal de ciertos factores, al asignarlos como un tratamiento exógeno en un escenario donde no se les puede considerar al azar. Al comparar las observaciones a cada lado del tratamiento, se puede estimar su efecto.
El cambio de dirección en las líneas de tendencia es notorio. En el primer periodo hay un incremento paulatino en la aprobación presidencial del Piñera. Esto puede ser explicado por la etapa de luna de miel que tiene una presidente al inaugurar su periodo. Pero también hay un incremento en la desaprobación. Esto puede ser explicado por los conflictos de interés, el efecto post-terremoto y la instalación de un nuevo gobierno que naturalmente contribuye a retrasar el trabajo.
Tras el peak de popularidad en septiembre de 2010, hay una importante caída en la aprobación presidencial y un aumento en la desaprobación. Los seis meses hasta Marzo de 2011 muestran la peor etapa del gobierno de Piñera. Esta etapa comienza tras el crepúsculo de la luna de miel, cuando la gente comienza a exigir resultados concretos. La inhabilidad del gobierno de producir estos resultados y sus constantes conflictos de interés terminaron por hundir la esperanza de tener un gobierno nuevo.
El tercer periodo comienza con el conflicto estudiantil en marzo de 2011. Es cuando los problemas de la segunda etapa se solidifican. En vez de comenzar una reversión en la tendencia de popularidad, las protestas y manifestaciones de los estudiantes ayudan a marcar la inclinación negativa que había comenzado tras el rescate de los mineros. Es decir, contrario a lo que muchos exponen, los estudiantes no causaron la baja en la aprobación, simplemente la intensificaron.
Esta evidencia contribuye a la teoría que la popularidad de Piñera es peligrosamente susceptible a cambios coyunturales. Esto, lejos de ser algo positivo, es una amenaza a la gobernabilidad. Es difícil prever el éxito de un gobierno cuando pequeños o medianos cambios en el comportamiento de los ciudadanos interfieren de forma drásticamente en sus proyectos. De seguir igual, anticipo un patrón estancado en la popularidad.
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